Pillarle el punto a Don Delillo

Punto omega, de Don Delillo

Punto omega, de Don Delillo

No suelo hacer muchos comentarios en Facebook acerca de lo que estoy leyendo. Al final, publico el post resultante y ya está. Pero anteayer no pude contenerme, porque, ojeando los libros que tengo aún por leer en casa, tuve un encontronazo que me sacó al instante de mi apatía y mi desgana. Y la emoción me llevó a compartirlo con los demás:

Así que ya saben cómo tenía el cuerpo al empezar mi lectura. Pese a que Punto omega es una de las novelas más cortas de Don Delillo, tiene chicha como para poder abordarla desde un sinfín de ángulos. Los niveles de interpretación son muchos, y es que una de las virtudes de Delillo que más me gustan es su capacidad de exponerte ideas de peso sin convertirse en un tostón de parrafadas y sermones. Las ideas, en Delillo, son puro texto narrativo. Uno está leyendo una historia, pero luego cierra el libro y tiene la cabeza llena de conceptos que hay que ordenar.

¿Y cómo explico yo ahora estos conceptos si todavía revolotean desordenadamente en mi sesera? Se me ocurrieron algunos símiles mientras leía. El narrador en primera persona tiene la intención de hacer una película que recoja las palabras en un primer plano de otro personaje protagonista. Por decirlo de algún modo, quiere que las palabras sean cine. Ustedes dirán que todas las películas, si no son mudas, tienen palabras. Pero esto es distinto. No sé qué es exactamente, pero es distinto. Imagino la sensación inversa a la de ver cómo un personaje sale de la pantalla de cine (como, por ejemplo, en La rosa púrpura del Cairo), imagino ese mismo extrañamiento, pero en el sentido contrario, el hombre asalta la pantalla con sus palabras. Quizá el proyecto del narrador protagonista vaya por ese camino.

Pero el hombre que ha de hablar y hablar en la pantalla no se decide a hacerlo. Se lleva al cineasta al desierto y allí, en cierto modo, hace, día tras día, lo que le pide, sin cámara alguna, prolongando el sí definitivo a este proyecto. El desierto y la espera. Todo es como en la novela de Buzzati, solo que no se espera a un enemigo, solamente se espera un sí, un de acuerdo, lo haremos. Pero la función del tiempo es la misma. El orador está en el desierto, precisamente, para sentir ese otro paso del tiempo.

Las ciudades están hechas para medir el tiempo, dice, más o menos, en algún momento, este personaje orador. Por eso busca el desierto, para convertir el tiempo en otra cosa; por eso, Punto omega se desarrolla como el anticuerpo de Cosmópolis, porque este personaje se da cuenta, en nuestros días, de algo que ya pasaba al final de la Edad Media, cuando los grandes burgos obligaban a la gente a llevar un ritmo de vida distinto al de los campesinos, y que ya aparece reflejado en La Celestina con los toques del reloj, que marcaban el tiempo y organizaban la vida cotidiana de los ciudadanos. Por otra parte, en su pequeña casucha en mitad del desierto, nos advierte de un viaje a la inversa, un viaje de retorno, tras haber llegado al punto omega, el punto de mayor autoconciencia de la humanidad, ¿el punto que también sufre el protagonista de Cosmópolis?. Si el punto omega es el punto de partida y si es, además, el escenario que nos planteaba Cosmópolis, Punto omega quizá nos esté avisando de un posible apocalipsis. O quizá yo veo el fin del mundo en todas partes. No sé.

Procuro que, con el paso de las horas y los días, la novela de Delillo se asiente en mi cabeza. Pero no he dicho casi nada. Y no creo que lo que haya dicho sea muy acertado. Punto omega es mucho más y mucho mejor. Y se lee estupendamente frente a un ventilador mientras uno se toma la merienda.

2 pensamientos en “Pillarle el punto a Don Delillo

  1. Di que lo que has dicho está muy bien y que por lo menos a mí me ha invitado a leerme la novela, animado también a que las dos novelas que he leído de Delillo (Libra y Ruido de fondo) me han gustado muy mucho. Un abrazo.

  2. Me alegro mucho de haber servido de ánimo, caballero. Yo no he leído Libra, pero Ruido de fondo me parece un novelón.

    Un fuerte abrazo!

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