Stanislaw Lem es tan listo que parece un superordenador

Golem XIV, de Stanislaw Lem

Golem XIV, de Stanislaw Lem

Cuando uno escribe ficción, puede hacer que sus personajes sean más valientes, más ágiles, más fuertes que uno mismo. Tan solo hay que ponerlos a dar saltos que uno no podría dar o a meterlos en agujeros en los que uno no se metería. El verdadero problema llega cuando se quiere crear personajes que sean más listos de lo que uno es. No es nada fácil hacer que tus personajes hagan comentarios más inteligentes de los que tú serías capaz de hacer. Se me ocurre, a bote pronto, que uno puede recurrir a la Wikipedia y similares para hacerles hablar de un tema en concreto que el escritor no domina, pero de este modo el escritor estaría a la misma altura de conocimientos del personaje, porque previamente ha estado informándose. Como mucho, se podría ejecutar el trampantojo de hacer que el personaje diga algo sobre un tema, cite algo al respecto y que con ello sugiera que sabe mucho más aunque no se explaye en ello (porque en la cabeza del escritor no hay más material con el que explayarse). Esto situaría al personaje, gracias a un débil juego de sombras, por encima de la sabiduría de su creador. Aunque, de todos modos, eso tampoco es ser más inteligente.

Si esto es difícil, lo que hace Stanislaw Lem en Golem XIV es el más difícil todavía. Supongo que Stanislaw Lem estaría un día en su casa con ganas de filosofar a lo bestia sobre la condición humana y, como él es más de ficción que de ensayo, se le ocurrió la brillante, compleja y arriesgada idea de este libro. Golem XIV es el nombre de un superordenador que los científicos consiguen construir en un futuro cercano después de muchos intentos (los Golem anteriores al catorceavo). Con él, construyen un ser con una inteligencia que rebasa por completo la del ser humano. Es decir, la máquina que han conseguido construir es muchísimo más lista y más sabia que sus creadores.

Si la premisa acabara aquí, se trataría de un libro de ciencia-ficción común y corriente, como en los que aparecen máquinas que viajan en el tiempo o que teletransportan objetos. Pero Stanislaw Lem hace que esta Superinteligencia hable, y no precisamente para que opine sobre si va a llover mañana, sino que se dedica a disertar largo y tendido sobre el ser humano desde un punto de vista antropológico, biológico y filosófico. De hecho, el grueso del libro consta de dos conferencias pronunciadas por Golem ante un público de científicos y filósofos. Llevar a cabo semejante discurso, teniendo en cuenta que ha de parecer que está construido por una Inteligencia superior a la del propio Lem, es un truco de prestidigitador que me ha dejado embobado. Para que esta hazaña tenga éxito han tenido que suceder al menos dos cosas: 1) que Stanislaw Lem es realmente muy, pero que muy, muy listo y 2) que yo soy tan torpe que no encuentro ninguna distinción entre el pensamiento de Lem y un Superordenador ultrainteligente.

En las dos conferencias pronunciadas por Golem XIV se habla, sobre todo, de que los seres humanos no somos el gran éxito de la Evolución, sino que tan solo somos más complejos y más imperfectos que nuestros antepasados unicelulares, porque nuestra capacidad de sobrevivir es mucho menor. Aunque, al fin y al cabo, da igual, ya que los organismos solo son recipientes temporales del código (genético), cuya transmisión es lo único que importa a la Evolución. Es decir, este superordenador pone de vuelta y media la imagen que el ser humano tiene de sí mismo.

Quizá este sea el libro más arduo que he leído de Stanislaw Lem, lo que es comprensible, porque la temática lo requiere. Empecé a interesarme por este autor cuando Impedimenta comenzó a publicarlo y, hasta la fecha, solo he leído los títulos de esta editorial (a falta de El hospital de la transfiguración, que tengo en casa, esperando su turno). Le agradezco a esta editorial que me haya hecho descubrir al que se ha convertido en uno de mis escritores favoritos, porque ha sido Impedimenta y no el consejo de algún amigo mío o la reseña de algún crítico quien me ha hecho llegar a él y bucear en su obra. Sencillamente, intento decir que me siento feliz de que una editorial -sea Impedimenta en este caso u otra cualquiera en otros muchos- se tome tan en serio esto de creer en un autor y hacer lo posible para ponerlo en boga, porque al final los lectores se llevan grandes alegrías.

7 pensamientos en “Stanislaw Lem es tan listo que parece un superordenador

  1. Mi más sincera enhorabuena por haberte encontrado a Stanislaw lem y, sobre todo por haber leído únicamente estos tres libros de él: eso quiere decir que aún te quedan muchos libros suyos por descubrir y por tanto, muchas horas de deleite y fascinación!!! Ésperate a leer «Solaris» «La fiebre del heno», las «Memorias encontradas en una bañera» los «Diarios de las estrellas»… ¡Madre mía, qué suerte tienes!
    Un saludo.

  2. Pues sí, le doy la razón, sé que me quedan muchas obras de Lem y por eso me siento afortunado. Solaris sí lo he leído, estaba en Impedimenta, traducido, por primera vez, directamente del polaco. Me pareció una obra maestra. De hecho, está reseñada en este blog: https://miedoalaliteratura.wordpress.com/2012/06/13/las-tres-vias-de-la-mistica-de-santislaw-lem/

    Por cierto, ¿alguna recomendación especial sobre Lem que deba tener muy en cuenta?

    Un saludo!

  3. Te recomiendo «La investigación» y «Fiasco», que son las dos suyas que he leído hasta ahora y que reseñé en el blog «Un libro al día». La primera no es ciencia ficción, empieza siendo una cosa y va cambiando según avanza pero es tan personal que fue la que me enganchó a Lem.
    Yo también tengo su obra entera por delante!!!

  4. Sobre Lem podría hablar (es decir, escribir) un rato, pero te dejaré una recomendación muy especial: «La investigación». También en Impedimenta (qué gran editorial, te puedo recomendar otros textos imprescindibles). «La investigación» es un texto sorprendente y brillante, una reflexión sobre el método científico y sus límites.

  5. Hola. Si te quieres reir, sin duda, «Diarios de las estrellas. Viajes y memorias». Y por otro lado, si ya has leído «Solaris», pues por ejemplo «la fiebre del heno» (en la línea de «La investigación» o, en plan metaliterario pedorreta, o como se diga, «Un valor imaginario», un libro hecho a base de prólogos. Un saludo.

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