No me gusta la literatura japonesa, adoro a Kobo Abe

 

Idéntico al ser humano, de Kobo Abe

 

Si han oído hablar de Kobo Abe, habrán observado que hay algo en él que suena a campaña publicitaria, cuyo eslogan, «el Kafka japonés», parece ser el gancho elegido por toda la blogosfera y la crítica especializada. Todos ustedes saben que así caeré sin pensármelo dos veces. Afortunadamente, Idéntico al ser humano nos va a salvar de este malentendido.

Trasladar la narrativa de Kobo Abe a un marco europeo es un truco efectivo si se hace a través de Kafka. ¿Hay alguien que ya haya usado el juego de palabras Idéntico a Franz Kafka para hablar de esta novela? No, por favor, no hagan eso.  ¡Kobo Abe merece al menos un jet-lag en este viaje hacia nuestro canon! Sigamos jugando al y si fuera...

Un nuevo eslogan: Kobo Abe es el Witold Gombrowicz japonés

Si uno mete a Kafka en un trasanlántico y lo embarca hacia un nuevo continente no puede obtener como resultado otro Kafka. Eso ocurrió cuando Gombrowicz llegó a Argentina, se convirtió en Gombrowicz. Y eso es exactamente lo que le ocurre a Kobo Abe. Yo soy de esos sectarios que consideran a Kafka como padre del siglo XX por haber construido un discurso que revela las estructuras del absurdo sobre las que hemos cimentado nuestra civilización, y considero que para trasladar esas estructuras a otros paisajes es necesario, al menos, el impulso de un humorismo brutal y desarraigado. Ese es el jet-lag al que me refería, presente en Ferdydurke desde la visita del comienzo de la novela de Gombrowicz, y presente en Idéntico al ser humano desde la visita del comienzo de la novela de Abe.

Sabemos de sobra que ser gracioso siempre es un arma de doble filo en la literatura. El problema de querer ser gracioso es que si no se consigue siempre queda la intención frustrada como un poso incómodo. Pero Gombrowicz y Abe son escritores sin chascarrillos. Ellos utilizan el humorismo como gel fijador de esas estructuras kafkianas que se le atribuyen con tanto entusiasmo. Así consiguen que toda la ansiedad supure y nos muestran una estructura viscosa donde todo es posible y todo se basa en un juego dialéctico, a veces de un modo tan artificioso que pareciéramos estar ante una pieza teatral de Ionesco (hijo indiscutible del padre del siglo XX).

Idéntico al ser humano es la mejor versión posible de El Show de Truman

Lo mejor del juego dialéctico de esta obra es que contiene una idea de exterior desde el principio de la novela. En todo momento, nosotros estamos fuera y juzgamos a quien está metido en el meollo del asunto. No leemos, sino que observamos con un abierto voyeurismo el desarrollo de un personaje encerrado en una trampa, un personaje que inevitablemente tendrá que hacerse consciente de dicha trampa y podrá ponerse a nuestra altura y plantearse las mismas cosas que nosotros (¿y qué nos plantearemos nosotros cuando el personaje llegue hasta donde estamos ahora?).

Me voy a permitir la licencia de referirme a estructuras como la de El Show de Truman (Peter Weir) o como Shutter Island (Martin Scorsese) para ejemplificar Idéntico al ser humano, pero hay que poner a cada uno en su sitio, porque estas dos películas me parecen cintas infumables precisamente por no ser capaces de sostener el juego dialéctico que mantiene la novela de Kobo Abe. En el caso de la peli de Weir se peca de un simplismo para todos los públicos y Scorsese, en cambio, pretende que nos sintamos muy listos viendo sus espasmódicos giros de guión. En cambio, quizá porque en la literatura todo se percibe de modo distinto que en el cine o quizá porque Kobo Abe sabe hacerlo y los otros dos no, el japonés logra que miremos a la cara a esa duda constante que nos lleva hasta la locura. Y lo consigue dirigiendo nuestra mirada hacia Marte, donde solo podemos encontrar la locura humana.

El marciano como doppelgänger de la especie humana

Últimamente encuentro la figura del doppelgänger en todo lo que leo, y no sé hasta qué punto es producto de mi propia obsesión. El otro día, David y yo hablábamos sobre marcianos, antes de que cayera en mis manos esta novela y de que supiera de qué trata. Hablábamos sobre marcianos y sobre sus posibilidades narrativas. Mi reciente obsesión por el doppelgänger me llevó a sentenciar que la idea de marciano puede servir como tema del doble para toda la especie humana. Ya no sería el sujeto y su otredad, sino toda la condición humana y algo, al otro lado, que sea capaz de reflejarla. Como ya saben, en todas las formas de esta estructura literaria aparecen la fatalidad y la locura, el desconcierto y el miedo, siempre ante la la posibilidad de la aceptación y la contemplación del otro. Idéntico al ser humano es precisamente un ejercicio sobre esa aceptación, una deriva hacia la duda de lo que podemos ser: un marciano.

La figura del marciano, además de ser un icono capaz de moverse entre la fascinación y la comicidad, tiene la ventaja de que puede situarse en Marte, y Marte queda bastante lejos. El doble está allí, pero al mismo tiempo el lector también está allí. Allí, sentado a lo lejos, observando con un abierto voyeurismo, como decía más arriba. Ahora que lo pienso, quizá aquí resida mi obsesión por buscar doppelgängers en toda la literatura y quizá Kobo Abe me lo haya sabido explicar perfectamente. Lo que me obsesiona es que, al fin y al cabo, el doble siempre soy yo, el doble siempre es el lector, obligado a permanecer en su realidad y esforzándose por entrar en contacto con el otro lado, con la ficción, viviendo todas las posibilidades de un personaje como quien presencia un avistamiento en el cielo y cree, por fin, en la vida en otros planetas.

4 pensamientos en “No me gusta la literatura japonesa, adoro a Kobo Abe

  1. Interesante blog. Muy. Sólo quería decir eso. Coincidimos en 10 (o más) escritores. Todo un milagro puesto que yo soy el «raro» de «la clase» (el mundo).
    A ver que te parece mi blog, recien estrenado.

  2. Me alegro de que coincidamos en 10 (o más) autores, pero también me alegraría si no coincidiéramos. Así habría un poco de pelea, jejeje. No se sienta usted el raro de la clase, ¡por dios!, el raro es el que se pierde los libros que usted ha sabido leer. Hablar sobre los libros que leemos es sanísimo, porque nos ayuda a hablar sobre nosotros mismos, y eso nos hace entender algunas cosas importantes, ¿no cree?

    Un saludo.

  3. No había tenido yo en cuenta a Kobo Abe, pero no negaré que con esta crítica se me ha despertado el gusanillo…

    Para mí, el rey japonés del humor y del absurdo como métodos de diseccionar nuestra realidad es Yasutaka Tsutsui. Los 3 libros que ha publicado en España la editorial Atalanta son más que recomendables: los recopilatorios de cuentos «Hombres salmonela en el planeta porno» y «Estoy desnudo», y la novela «Paprika» (la cual, por cierto, riza el rizo de los doppelgängers).

  4. No he leído a este tal Tsuitsui, pero me ha puesto usted los dientes largos. Me ha hecho salivar. Ya lo había visto bien recomendado por otra parte. Y la verdad es que no lo conozco. Quizá me haga con él en mi próximo asalto a las librerías. Todavía tengo que esperar a que disminuya el montón de libros por leer que he ido acumulando en las últimas compras. De hecho, uno de ellos es de Kobo Abe, La mujer de arena.

    Muchas gracias por la recomendación.

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