Oscar Wilde en manos de mis alumnos de la ESO

 

El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde

Yo quisiera ser el mejor amigo de Oscar Wilde. Es problable que sea más fácil estar en público si uno va acompañado por Oscar Wilde. A él hay que dejarle hacer y uno puede quedarse en un segundo y ventajoso plano recogiendo las migas de su puesta en escena. Por el momento he de conformarme con releer El retrado de Dorian Gray. Mi primera relectura dentro del marco de este blog. ¡Qué feliz me hace haber podido insertar este libro dentro de las lecturas obligatorias del departamento de lengua! De momento, mis alumnos ya han hecho sus primeros comentarios al respecto. El libro es básicamente una mierda, un tostón, y un poco raro. ¡Mis alumnos, pese a ser una panda de abúlicos y sosos adolescentes, están leyendo a Oscar Wilde! Se sienten puteados por ello, y todo gracias a mí. Creo que voy a llorar de emoción.

Releyendo puedo comprobar que he elegido bien. No se me ocurre una obra más versátil para hablar de ella sin tener ni idea de lo que se está hablando. Esta extraña cualidad les va a venir muy bien a mis alumnos cuando tengan que articular un hilito de pensamiento.

Me imagino a lord Henry, a Basilio y a Dorian hablando de sus cosas, justo al principio. Y solo puedo imaginarlos haciéndolo de Garcilaso. Es que no hay otra posibilidad. ¿No creen ustedes? ¿Quién sería el primero en recitarlo de memoria? Cualquiera de los tres sería bueno para ello, menudos pedantes.

SONETO XXIII

En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

Garcilaso de la Vega

¿A quién podría importarle tanto el retrato que Basilio le hace a Dorian sin este poema de por medio? Estamos en el siglo XIX y ¡claro! la visión de este poema se les complica y se les altera considerablemente. Por cierto, hago un inciso, he de reconocer algo públicamente. Cada día me disgusta menos el siglo XIX. Reconozco que tuve mi desencuentro con este siglo, porque le dio por comenzar con las obras de Jane Austen. Y tuve una novia húngara que me obligó a leer a esta señora por culpa de un mal partido de la selección española de fútbol (creo que eso ya lo he contado por ahí más extensamente). Ya ven ustedes. El siglo XIX era para mí como el hombre del saco.

He dicho que estamos en el siglo XIX y que, además, estamos con Garcilaso. Y eso debería tener otra vuelta de tuerca (y no estoy haciendo un chiste decimonónico con Henry James, jejeje). En resumidas cuentas, a Garcilaso le importaba que la retratada en el poema aprovechara su cuerpazo. Basilio, en realidad, pretendía lo mismo que Garcilaso. Yo no sé qué pensaría la chica del poema de sus futuras patas de gallo ni de su futura celulitis, pero Dorian Gray sabía que todo aquello tenía un correlato oscuro y aterrador. Y, para mi felicidad, como estamos en el siglo XIX, Wilde aprovecha la ocasión para montarse un doppelgänger; además, lo hace sirviéndose tan solo de una imagen, ni siquiera necesita del otro, para eso ya se tiene a sí mismo. De hecho, este es el ejemplo más sintético de la estructura del doble que yo recuerdo haber leído; incluso diría más que el caso de Stevenson, cuando usa a un solo sujeto físico para Jeckyll y Hyde. ¿Cómo lo ven ustedes?

Pero Wilde no se queda aquí. Plantea la relación con el doble en términos de virtud/vicio y de fijación/progreso. Esto le lleva a describir toda una novela de aprendizaje. Una vez que la virtud ya está fijada para siempre, se emprende la aventura hacia el vicio y la degradación como el aprendizaje de todo aquello que debe ser conocido. El libro que lord Henry le da a Dorian Gray y que lo inspira en su formación no es El lazarillo de Tormes, está claro, pero podría ser su reverso decimonónico. Al fin y al cabo, Wilde se preocupa mucho por hacer notar constantemente el canon de su época y de la ciudad de Londres.

El canon de todo lo que ocurre, de todo lo que se desea, de todo lo que se valora es tan apabullante que a veces parece que estemos ante una novela de tesis. Wilde a veces se pasa de rosca e intenta convencernos de cómo es el mundo. Se esfuerza en ponerlo en evidencia y en dejarlo caer así tal como es. Los argumentos de Oscar Wilde siempre están sobre la mesa. Se podría decir que a través de sus tres personajes varones nos demuestra que por fin el mundo es de las mujeres. No sabría muy bien cómo concretar y defender esta percepción. Pero sí puedo contar cuánto he recordado mi lectura de From Hell, de Alan Moore, donde, por cierto, Oscar Wilde hace un cameo. En el cómic, la mujer era, según un maravilloso monólogo de El Destripador por las calles de Londres, el mal del siglo XIX, algo que debía ser detenido antes de que se apoderara de las épocas futuras. Creo que era algo así, y es muy divertido contrastarlo con la propuesta que Wilde hace de la mujer burguesa.

Por otra parte, y ya para terminar de darle bandazos a la novela hacia un lado y hacia otro, tengo que preguntarme una cosa: ¿leyó Oscar Wilde Crimen y Castigo antes de escribir esta obra? ¿A que ustedes también se lo han preguntado? He dicho que El retrato de Dorian Gray parece estar conformada como una novela de aprendizaje, pero esta parece la novela de aprendizaje de Rodian Romanovich Raskolnikov. Imagínense si Raskolnikov hubiera tenido más de unos días y, por supuesto, si hubiese sido la mitad de guapo que Dorian Gray. El retrato de Dorian Gray es otra novela sobre la culpa. La principal diferencia con Crimen y Castigo, obviamente, es que se nos priva del microscopio del Realismo psicológico. La lente se sitúa más atrás y se deja pasar el tiempo (tiempo que en el rostro de Dorian Gray transcurre incluso menos que en el de Raskolnikov).

En fin, me parece una obra tan apasionante que en esta ocasión casi consigo no hablar de mí mismo. Confieso que forzar a mis alumnos a que lean libros así es una de las mejores cosas de mi trabajo. Sé que estoy haciendo un gesto de caridad irreconocible.

Por cierto, me ha dado por poner esta portada, de esta colección antigua, porque es la única que he encontrado que no ancla esta obra con algún referente ya conocido de la historia. Así a lo mejor es más fácil que El retrato de Dorian Gray sea alguna de las cosas que se me han ocurrido decir.

 

2 pensamientos en “Oscar Wilde en manos de mis alumnos de la ESO

  1. Me entristece que tus alumnos no sepan apreciar esta novela. Es triste y no deja de ser también sorprendente, porque aún siendo un clásico, es un libro muy actual. Oscar Wilde podría haberlo escrito ayer mismo. Sigue inculcándoles buenos libros, ojalá mis profesores me lo hubieran hecho leer en el instituto. Tuve que buscarme la vida.

    PD: Por cierto, recomiendo la edición de Galaxia Gutenberg.

  2. No sabe usted lo difícil que es que aprecien un texto escrito, sea de quien sea. Les doy, también, Literatura Universal, y no hay manera de que se interesen por nada. Es difícil, es verdaderamente difícil.

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