Michel Houellebecq en campaña electoral

Sumisión, de Michel Houellebecq

Sumisión, de Michel Houellebecq

Voy a tener que viajar hasta Segovia el fin de semana que viene para votar. Mi madre me ha recordado que, pese a que me empadroné hace dos meses en Málaga, sigo en el censo electoral de mi anterior domicilio. Voy a emplear más recursos de dinero y tiempo de lo habitual en depositar mi voto porque deseo a toda costa ser partícipe de la pequeña brecha que le hemos abierto al actual chiringuito político. El domingo por la tarde regresaré a Málaga en tren y quizá me sienta frustrado mientras consulte los resultados en las redes sociales, o quizá haya cosquilleo en el estómago durante todo el trayecto. Para bien o para mal estos días van a resultar emocionantes.

Así ha sido parte de la lectura de Sumisión, de Michel Houellebecq, en donde un partido musulmán gana las elecciones francesas en un futuro reciente, como alternativa a la victoria del Frente Nacional de Le Pen. Houellebecq, como siempre, acierta en la elección del tema, en el modo de meter el dedo en la llaga, en la radiografía de nuestra época. La dicotomía Frente Nacional / Hermanos Musulmanes funciona como parábola de la deficiente democracia de votar al menos malo. Asumir el asentamiento de una Francia filofascista u optar por un cambio de modelo hacia el Islam, con todas sus consecuencias culturales y educativas. Visto así, PP y PSOE todavía parecen opciones a medio gas (y me entra la risa tonta al hacer esta comparación); por suerte, en España hemos abierto otro camino por el que jamás transitaría el protagonista nihilista y desesperado que esboza Houellebecq.

Pero pese a sus grandes ideas y a su lucidez, pese a sus personajes atormentados, pese a su seductor malditismo -reconozcámoslo-, Michel Houellebecq es un narrador mediocre y tramposo. Sumisión, como otras novelas suyas, se mueve a trompicones, avanza con torpeza, se hace farragosa en demasiados pasajes. Digo que es tramposo porque trata de ocultarlo con alguna que otra pirueta intelectual que nos deslumbre para que pasemos por alto los baches del camino. Y yo he de reconocer que me tiene conquistado. Al final voy a leerlo. Siempre vuelvo a él, aunque siempre me resulte chicloso.

Incluso me atrevo a decir que esta novela, (quiero decir, su premisa) hubiera funcionado mejor en manos de un J.G. Ballard o un Don Delillo. Soy consciente de que estoy suponiendo mucho con estas atribuciones, pero a lo mejor ustedes, si han leído ya Sumisión, también han hecho las suyas. ¿Cuáles serían?

3 pensamientos en “Michel Houellebecq en campaña electoral

  1. Pues básicamente las mismas que usted por más que yo sí suelo seguir con interés los libros de Houellebecq. Pero admito que carece de interés por montar una estructura o describirnos unos personajes con profundidad. Ese avanzar a trompicones que adviertes es cierto. Yo lo disfruto por sus salidas de tono, porque cuando menos te lo esperas te deja una perla de pensamiento absolutamente bizarro y en ocasiones hasta interesante. Sí, hace bien en leerlo a bocaditos. Seguido puede dar digestión. Este último más de lo normal.
    Y claro, Don Delillo si estructura como nadie, lo haría bien con el material de «Sumisión» (por Dios, ¡es Don Delillo! a ver quién resiste comparaciones así).

  2. Con todo el dolor de mi corazón, quiero comunicar a todos los seguidores de este blog que Daniel falleció el pasado dia 27 de Diciembre

  3. Pues muy de acuerdo. Houellebecq es sobre todo, tramposo. Recuerdo que mi primera decepción a leer a este autor, coincidió con la primera novela suya que cayó en mis manos, «Plataforma». En ella resuelve el callejón sin salida del protagonista haciendo explotar a su amada (un grupo de islamistas pone una bomba en un balneario) …Algo así como; «¿Me incomoda un personaje?, ¿no me deja redondear el mensaje de la novela?, entonces lo mato. Total». Mmmmm, muy feo el pensar que los lectores somos idiotas. Y así, sus novelas son todas así. Houellebecq es un producto, ya está. Saludos

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